¿Cómo entender Pentecostés?
El significado (2:14-39)
El fenómeno de que, pese a la diversidad de idiomas representados, la gente pueda escuchar la proclamación del Evangelio en el suyo propio provoca la admiración de muchos (v. 12). Sin embargo, hay una minoría (los «otros») que aparentemente no entiende lo que sucede y en tono de burla comenta que los mensajeros están borrachos (v. 13). Esto lleva a Pedro a ofrecer una interpretación del significado de Pentecostés respecto a la cual podemos hacer las siguientes observaciones:
En primer lugar, el apóstol Pedro explica la experiencia de Pentecostés a la luz de las Escrituras. La cita tomada de Joel 2.28-32a es una ventana abierta para ver el uso del Antiguo Testamento en el Nuevo. No es este el lugar para hacerlo detenidamente, pero no podemos dejar de señalar que la cita se asemeja a lo que en los rollos del Mar Muerto se denomina un pesher, es decir, una «interpretación» del Antiguo Testamento a la luz de un evento presente que se entiende en términos de cumplimiento. La perspectiva es escatológica (relativa a los últimos tiempos) y el presupuesto básico es que con el advenimiento de Jesús, el Mesías, se ha iniciado la última era y Dios está cumpliendo sus promesas y realizando su propósito en la historia. Desde esta perspectiva, lo que acaba de acontecer es lo que el profeta anunció: «los últimos días» (a los cuales aludiera el profeta con su «después de esto», Jl 22:8) han llegado y Dios ha derramado su Espíritu «sobre toda carne», es decir, sobre hombres y mujeres, jóvenes y viejos, sin distinción. Pentecostés es la creación de una nueva humanidad en que Dios «democratiza» la experiencia del Espíritu Santo y, consecuentemente, hace posible que todos los miembros de la Iglesia participen por igual en la proclamación de las buenas nuevas de la salvación en Cristo.
En segundo lugar, el apóstol Pedro explica la experiencia de Pentecostés cristológicamente. Para él, el que ha enviado al Espíritu no es otro que Jesús de Nazareth, «un hombre acreditado por Dios» por medio de prodigios y señales (v. 22), que fue crucificado (v. 23), resucitado (vv. 24-32) y exaltado como «Señor y Mesías» (vv. 33-36). Desde su posición de soberanía universal a la cual ha sido exaltado por el Padre, Jesús envía su Espíritu y otorga a su Iglesia el poder para servirle como testigo «hasta los confines de la tierra». Como muestra «la Gran Comisión» en Mateo 28:16-20, el señorío de Jesucristo sobre la totalidad de la creación es la base fundamental para la misión a todas las naciones.
Finalmente, el apóstol Pedro vincula la experiencia de Pentecostés con el llamado al arrepentimiento y al bautismo «en el nombre de Jesucristo», y con la promesa del perdón de pecados y del don del Espíritu Santo (vv. 37-39). Toda persona que responde al llamado recibe la promesa. Los dones de Dios tienen el mismo alcance que su llamado. Por lo tanto, la Iglesia está abierta para recibir en su seno a cualquiera que esté dispuesto a cambiar de actitud y colocarse bajo la autoridad de Jesucristo, y a compartir el mensaje de salvación con todos.
Volver a pensar la misión, cap. 2 ¿Cómo entender Pentecostés?, pp. 15-17.