La palabra de Dios para el pueblo de Dios – Catalina F. Padilla
Colosenses 1.3-12.
Notemos que Pablo conoce y toma en cuenta la experiencia previa de sus lectores: sabe de su fe, su esperanza y su amor, aunque él mismo no haya fundado la iglesia. Conoce sus necesidades, y los recuerda en oración.
Veamos los elementos de esta oración (1.9-12). Primero, Pablo pide que sus lectores conozcan plenamente la voluntad de Dios. ¿De dónde viene tal conocimiento? Básicamente, de la revelación de Dios que se conoce por medio de la Palabra escrita. Para los primeros cristianos esa palabra se encontraba en el Antiguo Testamento y en las enseñanzas de los apóstoles; para nosotros, la enseñanza de los apóstoles se encuentra en el Nuevo Testamento.
La Biblia entera nos muestra lo que Dios quiere para el mundo, el propósito que él tiene para su creación y que realiza por medio de su nueva creación en Cristo. Pablo lo resume en Efesios 1.9-10: el misterio de su voluntad es reunir en Cristo todas las cosas. En concordancia con ese gran propósito, a lo largo de la Biblia Dios le da a su pueblo el privilegio de conocer su voluntad en términos prácticos, asuntos que tienen que ver con el estilo de vida, las relaciones humanas, los valores, la conducta, etc. (Para descubrir otros aspectos de la voluntad de Dios para su vida, puede consultar los siguientes pasajes, pensando en su significado para usted personalmente: Jn 7.17; Ro 12.2; Ef 1.9,11; 5.17; 1Ts 4.3; 5.18; 1P 2.15.)
Aunque el conocimiento de la voluntad de Dios es importante y el uso de la mente es esencial, éstos no son suficientes, y Pablo pide que se agregue otro elemento: toda sabiduría y comprensión o discernimiento espiritual. Aunque parezcan contradictorios, estos dos elementos son inseparables en la experiencia cristiana: la comprensión intelectual y la iluminación del Espíritu Santo, o el uso de la capacidad intelectual bajo el control del Espíritu de Dios.
Por medio de la actividad del Espíritu el creyente entiende el mensaje y comprende el significado que éste tiene para su vida. [¿Se acuerda de la parábola en que Jesús habla de las diferentes maneras en que la gente responde al evangelio? (Mt 13.1-23) ¿Por qué el maligno puede quitar la semilla sembrada? (13.19) ¿Qué significa esta verdad para nuestra manera de leer la Biblia?]
Sin embargo, ni siquiera esta comprensión basta. La oración de Pablo incluye algo más. El conocimiento de la voluntad de Dios y la comprensión espiritual apuntan hacia lo mismo: un compromiso de vida para cumplir esa voluntad y hacer visible esa comprensión espiritual. Esa es la vida digna del Señor, que muestre su vitalidad en términos de buenas obras. Una persona podrá reconocer la verdad sólo cuando esté dispuesta a poner en práctica lo que ya conoce de la voluntad de Dios (ver Jn 7.17). Sólo cuando ponemos en práctica lo que conocemos de la voluntad de Dios conocemos el próximo paso en la vida de fe y crecemos debidamente.
Fragmento de la Introducción, pp. 12-13