El evangelio como vida, obra, palabra y señal
–Bryant Myers–
En el capítulo 1 comenté extensamente acerca de cómo la cosmovisión moderna occidental nos ha alentado a separar el «evangelio como palabra», del «evangelio como señal» y del «evangelio como obra». Cualquier comprensión holística o integral del testimonio cristiano debe reunificar estos tres aspectos de lo que es realmente un único mensaje del evangelio. Hay, sin embargo, un cuarto aspecto del mensaje que debe incluirse en esta reunificación. El evangelio no es un mensaje incorpóreo; es llevado y comunicado en la vida del pueblo cristiano. Por lo tanto, una visión integral del evangelio comienza con la vida, una vida vivida por medio de la obra, la palabra y la señal.
Cuando Jesús eligió a los doce discípulos, estos fueron designados para que «lo acompañaran y para enviarlos a predicar y ejercer autoridad para expulsar demonios» (Mr 3:14-15). Cuando regresaron de ser enviados la primera vez, se nos dice que «salieron y exhortaban a la gente para que se arrepintiera. También expulsaban a muchos demonios y sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite.» (Mr 6:12-13). El activista está deseoso de llegar a la parte del envío y la acción, alegremente tomando nota de la naturaleza tripartita del evangelio: palabras de predicación, obras de sanidad y señales de expulsión de demonios.
Lo que a los activistas se les escapa con frecuencia, sin embargo, es la razón del llamado de los discípulos en primer lugar: para que los discípulos estuvieran con Jesús. Estar con Jesús es el comienzo de cualquier ministerio bíblico, pero estar con Jesús significa más que simplemente ser cristiano. Como aprendieron los discípulos, también implica viajar con Jesús, escuchar y aprender de Jesús, ser reprendidos y corregidos por Jesús: estar verdaderamente con Jesús todo el tiempo.
Esta es la clave para un testimonio cristiano que provoque la pregunta para la cual el evangelio es la respuesta. Llevamos una vidas elocuente sólo si estamos con Jesús, siguiéndolo, y buscando constantemente parecernos más a él por medio de su gracia. Lo fundamental de dar testimonio de todo el evangelio es estar con Jesús. Sólo entonces vienen las palabras, las obras y las señales del evangelio. La transformación es principalmente de las relaciones, ¿recuerda? Nuestra habilidad de facilitar la transformación depende de que seamos transformados nosotros mismos, y esto depende de nuestra vida, de nuestra relación con nuestro Señor.
Fragmento de “Caminar con los pobres”, p. 227.